miércoles, 16 de julio de 2008

El mestizaje que hizo de Chile una sociedad prisioneramente libre

Camila Olivares.

La conquista española trajo consigo un inmenso intercambio social y cultural que ha marcado a la sociedad chilena hasta nuestros días. El mestizaje, un proceso drástico de cambios en modos de vida, religión y expresiones artísticas, provoca grandes conflictos al interior de esta “nueva” sociedad que recién asomaba sus rasgos característicos.
Chile, se encontraba en aquel entonces, en un período de relativa calma, en la cual, existía una marcada división entre hombres y mujeres. Los hombres y los niños basaban su educación en la preparación para la guerra (a cargo de un Toki) y la recolección y caza de alimentos para su comunidad (a cargo de un Lonko) ; las mujeres por su parte, dedicaban su tiempo al aprendizaje de labores domésticas y curativas (a cargo de una Machi) “Es de esta fusión, a la que rápidamente se incorporaran también aportes hispanos, como el caballo y las monedas para la platería, que dará paso a una nueva cultura, la que permanece viva hasta nuestros días: con los mapuches”[1].
La conquista española adoptó la forma de una “empresa” ya que instauró un modelo de empleador-empleado. “La actitud de los conquistadores era pensar que su cultura y creencias eran las únicas válidas, entendidas por ellos, como verdades divinas e inmutables. Lo que en muchos casos, impidió valorar las expresiones de los pueblos indígenas, lo que, sumado a su ambición, hicieron del mestizaje un proceso que se caracterizó por la discriminación y utilización permanente de la violencia”[2]. Después vino el proceso de mestizaje propiamente tal, entre los conquistadores y las mujeres indígenas, surgiendo así los primeros rasgos de la nueva sociedad chilena; que no estuvo exenta de malos tratos y discriminaciones. Se dividió a la sociedad en ocho grupos jerárquicamente ordenados “siendo el más blanco el más importante; y el más negro desproporcionalmente el menos importante”. Logrando así, que la mezcla entre español e indio fuese la más importante, ellos tenían todos los beneficios de ser “español” pero nacido en Chile. Los hijos de español y mestizo al igual que los hijos de español y castizo gozaban de beneficios similares a los antes mencionados, mientras que la “mezcla” entre español y negros, mulatos y moriscos, obtenían sólo algunos beneficios. Pero sin duda alguna, las mezclas de indios, mestizo y lobo, eran la clase obrera y trabajadora. “Las mujeres cautivas produjeron un enorme mestizaje biológico también entre los indígenas y una enorme fusión cultural: llevaron las comidas de España, combinaron los cuentos e historias, los instrumentos y la música de los propios indígenas. Los mestizos resultantes eran al revés, según la mirada española”.[3]
“El primer censo en Chile es conocido como el Censo de Jáuregui realizado en 1778 y establece lo siguiente: La población del obispado de Santiago constaba de 259.646 habitantes distribuidos en la forma siguiente: 190.919 blancos o "descendientes de raza europea más o menos pura", 20.651 mestizos, 22.568 indios y 25.508 negros"[4].
El proceso de mestizaje provocó grandes heridas que han repercutido en el Chile de hoy; esto ha ocurrido en distintas sociedades del mundo, como por ejemplo, el racismo alemán, la discriminación racial hacia la raza negra entre otros.
Cada país ha impuesto sus fronteras geográficas, religiosas, culturales y artísticas, de manera marcada e intransferible, olvidando así, que las fronteras deberían ser flexibles e impuestas por cada persona, sin pasar a llevar al que está al lado. No es más importante el más blanco o el más negro sino, que su importancia radica en cómo vive y se relaciona con sus pares. Es así, como grandes aportes a la humanidad han sido negros, pobres, analfabetos, etc. (Nelson Mandela, Mahama Ghandi, La Madre Teresa de Calcuta y la Princesa Diana de Galez) que dedicaron y/o dedican su vida a promulgar el respeto y la buena y sana convivencia entre las personas sin importar su condición.
El mestizaje en Chile ha causado diferencias y discriminaciones entre diferentes grupos sociales, dando énfasis a un perfil “europeo” ( un metro noventa de estatura, cabello rubio, buena situación económica y estudios profesionales en el extranjero) dejando así de lado la esencia hermosa y valiosa de nuestra cultura aguerrida, fornida, trabajadora y esforzada, que en muchas ocasiones ha sido coartada por no cumplir con el perfil “que andan buscando” . Ya casi no quedan representantes indígenas puros que nos enseñen y deleiten con sus historias de guerras en el cerro Huelén, de Lautaro y Michimalonco. “Es tal vez a esta mezcla de sangre noreuropea con la hispana a lo que se debe el hecho de que los chilenos sean políticamente más maduros que cualquier otro pueblo del Continente, más democráticos, más innatamente hostiles al gobierno totalitario o dictatorial", escribió el embajador estadounidense Claude Bowers en 1957”[5].
Los chilenos nos vemos como “no indios”, como “no mestizos”, sino como pertenecientes a la raza blanca y la cultura europea occidental. Este fuerte proceso de "blanqueamiento imaginado" es producto del mestizaje y de las ideas herradas de muchos chilenos sobre su procedencia. Las consecuencias son muchas y suelen ser lamentables. El conflicto indígena en Chile reside también en estas ideas.
Lamentablemente estamos muy lejos de ser una “sociedad europea” y estamos más cerca de ser una sociedad sin identidad propia que solo copia y recita lo que otros ya han hecho.
________________________________
[1] Texto Historia y Ciencias Sociales. Ed. Santillana 2007-08; pag. 37
[2] Texto Historia y Ciencias Sociales. Ed. Santillana 2007-08; pag. 52
[3] http://www.miradaglobal.com/index.php?option=com_content&task=view&id=804&Itemid=9&lang=es
[4] Archivo nacional de Chile. Censo de 1813, levantado por Don Juan Egaña de orden de la Junta de Gobierno, formada por los señores Pérez, Infante y Eyzaguirre. Imprenta Chile.1853
[5] Carlos Dávila ex presidente de Chile, uno de los creadores de la República Socialista. "Los chilenos, su carácter y costumbres" Revista geográfica de Chile. Santiago. 1952.

No hay comentarios: